Misionera desde la Cruz

Marguerite Godet

La inspiradora de la Unión de Enfermos Misioneros (UEM), Marguerite Godet (1899-1932), nace y vive en la región de la Vendée, Francia. La enfermedad, una parálisis, le afectó cuando apenas tenía diez años, haciendo que su capacidad para desplazarse se redujera a las posibilidades de un pequeño carrito. Esta discapacidad duró veintitrés años, durante los cuales nuestro Señor obró maravillas en su alma.

Sin pedir por su curación, Marguerite peregrinó diez años a Lourdes. En 1923 la Virgen le hizo comprender la belleza y la fecundidad del sufrimiento. Tuvo lugar lo que ella llamó su “conversión a la sonrisa”. Siguiendo la estela de santa Teresa del Niño Jesús, tomó la resolución “de ayudar a los sacerdotes, a los misioneros y a toda la Iglesia”. Tuvo la idea de agrupar a enfermos, que pusieran todos sus “poderes de redención” al servicio de las misiones. También aprendió de santa Teresita que “el Señor no tiene necesidad de nuestras obras, sino de nuestro amor”. De este modo, tres palabras parecen resumir la esencia de su vida: amar, sufrir, sonreír.

Para acercarnos a la espiritualidad de Marguerite Godet hay que conocer y rezar “el Evangelio de la Cruz”. Hablar de la Cruz es hablar de nuestra redención, y hay algo en nuestro corazón que nos hace pasar por la cruz como de puntillas, porque contemplar al Señor crucificado, verle sufrir, saber que esto es por nuestros pecados, nos encoge por dentro. Ella da testimonio de este misterio, que hay que proclamar, acoger y creer que nos salva: “Hay que amar el sufrimiento, no porque sea sufrimiento, sino porque el sufrimiento nos atrae muchos favores. No queremos la medicina porque tenga un mal sabor, sino porque cura”.
Esta joven sin estudios posee la inteligencia de las cosas de Dios. No quería dejar a ningún alma sin consuelo, ni pasar al lado de ninguna miseria sin aliviarla; quería ir en ayuda de los corazones tristes. Escribir era su trabajo cotidiano y, así, más de quinientas cartas fueron redactadas por sus dedos adormecidos y llegaron a muchas personas, que vivieron en la intimidad de Marguerite. Su inspiración profunda fue la de llevar hacia Jesús a aquellos sobre los que ella podía tener alguna influencia y dar a Dios el mayor número de almas posible, pasión que la dominaba.

La Pontificia Unión Misional, en su impulso a la misión en el corazón de cada uno de los fieles cristianos, se ha unido a esta verdadera fuerza redentora y misionera en los enfermos por medio de la Unión de Enfermos Misioneros. Esta tiene como ambicioso objetivo animarles a sentirse y ser parte de la misión de la Iglesia, siendo también misioneros en el propio ambiente familiar y social, como portadores de esperanza para otros enfermos, familiares y personas que les acompañan. Nos lo recordaba el papa Francisco: “Las personas enfermas están en el centro del pueblo de Dios, que avanza con ellos como profecía de una humanidad en la que todos son valiosos y nadie debe ser descartado” (Mensaje Jornada Mundial del Enfermo 2023).

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