Antonio Pintado: una vida entregada a la misión hasta el último día.

La misión es el fundamento de la vida de la Iglesia y de cada uno de nosotros bautizados. El mandato del Señor a sus discípulos de ir al mundo entero y anunciar el Evangelio ha llevado a muchos hombres y mujeres a lo largo de la historia a salir de su tierra para llevar la Buena Nueva del Evangelio a otros pueblos.

Uno de ellos fue Antonio Pintado, cura de Madrid, misionero de la OCSHA (Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana), fallecido en Feira de Santana (Brasil) este 9 de febrero de 2025. En 1989 fue enviado como misionero Fidei donum a la diócesis de Jequié, en el Estado brasileño de Bahia, uniéndose al grupo de misioneros de Sigüenza-Guadalajara que trabajaban en esa Iglesia local.

Había sido esa la tierra que le vio nacer a Pintado, como casi todo le conocía y llamaba, en Moratilla, el 24 de febrero de 1949. Siendo niño, como muchas familias en aquellos tiempos, emigrará con su familia a Madrid. Después de ser formado en el Seminario de la Arquidiócesis, el 28 de mayo de 1977, recibió la ordenación sacerdotal.

Tras casi 10 años de cura en Zarzaquemada, en 1989 llegará a Jequié, donde fue vicario parroquial de la Catedral y posteriormente párroco de la Parroquia Nuestras Señora de las Gracias hasta 2002. En 2004, después de un tiempo de estudio en Madrid, llegará a la diócesis de Ruy Barbosa, vecina de Jequié. En aquel tiempo, en esta diócesis casi todo el clero era formado por misioneros llegados de fuera.

Pintado trabajó como párroco en 4 parroquias de la diócesis a lo largo de estos años: Santa Lucía de Macajuba, la Inmaculada Concepción de Baixa Grande, la catedral de Santo Antonio, en Ruy Barbosa, y la Inmaculada Concepción de Pintadas. Pero una de sus grandes tareas en la diócesis, además de ser Vicario General, fue su misión como rector del Seminario Mayor Buen Pastor de 2008 a 2015, época en que fueron formados y ordenados buena parte del actual clero de la diócesis.

Uno de ellos, el actual Vicario General y párroco de la Catedral, Erivaldo Gomes de Almeida, escribía poco después de su muerte: “Hoy, con el corazón triste, pero lleno de esperanza en la resurrección, me despido de un gran amigo, maestro y referencia en mi ministerio, Padre Antonio Pintado. En el Seminario Buen Pastor fuiste más que un formador: fuiste un padre espiritual, un hermano en la fe, un ejemplo de alegría, optimismo y simplicidad”.

Esas palabras definen el carácter de Pintado, con quien compartí casi 10 años de misión en la diócesis de Ruy Barbosa. Fue alguien que siempre vio la vida con optimismo, descubriendo y destacando lo bueno que había en los otros y en todo lo que le rodeaba. Hombre sereno, de diálogo, con capacidad de escucha, era común que dijese que todo era bueno, muy bueno, pudiendo ver en él a un peregrino de esperanza.

Este lunes 10 de febrero ha sido enterrado en Pintadas, la pequeña ciudad de la que ha sido párroco hasta su muerte. El cáncer que padecía nunca le impidió pensar que iría a superar la enfermedad y continuar su vida como misionero. Cuando alguien le preguntaba no dudaba en decir que estaba bien, aunque su cuerpo se fuese debilitando poco a poco. Un misionero que entregó su vida por la misión hasta el último día y que será recordado por muchos años y por mucha gente, por aquellos que en casi 35 años de misión fueron conociendo su buen hacer. Que su ejemplo pueda ser un testimonio de que vale la pena ir hasta los confines del mundo para anunciar el Evangelio. (Luis Miguel Modino, sacerdote OCSHA de Madrid, misionero en Brasil)

A continuación pueden ver el comunicado de la Diócesis de Ruy Barbosa (Brasil) por el fallecimiento del P. Antonio Pintado. En la web de la diócesis de Ruy Barbosa pueden encontrar más información.