Fundadora de Propagación de la Fe (Lyon, Francia)

Beata Pauline Jaricot

Pauline-Marie Jaricot nació en Lyon, Francia, el 22 de julio de 1799, en el seno de una familia adinerada. Era la más pequeña de los siete hijos de Antoine y Jeanne Jaricot, entre los que estaba su hermano Philéas, que había llegado dos años antes, el 2 de febrero de 1797. Sus padres les brindaron una infancia feliz y una fe viva.

Lyon, la ciudad natal de Pauline, era una ciudad industrial que se hizo famosa por sus fábricas de seda, de la cuál su familia era comerciante. Durante la adolescencia disfrutó de la abundancia de dinero, enorgulleciéndose de su belleza, sus joyas y su preciosa ropa que la convertían en la reina de los encuentros sociales. Sin embargo, también tuvo que lidiar con su carácter fuerte y decidido, que a menudo la conducía a sufrir por la ira. Fue durante esta época cuando Pauline experimenta un período de sufrimiento doloroso como resultado de una grave caída en casa, que la dejó con daños que afectaron al movimiento y al habla, y la llevaron a una larga y dolorosa depresión. Los médicos no veían ninguna mejora a pesar del tratamiento y, además, durante el transcurso de la enfermedad, murieron uno de hermanos y su madre. Pauline se cerró al mundo, y su salud continuó deteriorándose.

En este período de sufrimiento, Pauline, a través de su participación en el misterio pascual de Cristo, comienza a sentir una profunda cercanía con Dios. Precisamente, durante la Cuaresma de 1816, a los 17 años, un sermón de su párroco la conmovió y Pauline comprendió la grandeza del amor de Dios, lo efímero de su existencia y la vanidad de sus aspiraciones. Decide renunciar a todo lo que había disfrutado hasta entonces y seguir solo al Señor.

Pauline comienza a cambiar su vida y empieza a cuidar de las personas que vivían en la pobreza. En la Nochebuena de 1816, Pauline hace voto de castidad y descubre que la motivación de su vida estaba en la devoción a las Santísima Eucaristía y en la reparación de las ofensas contra el Sagrado Corazón de Jesús, insultado también por los excesos de la Revolución Francesa. A su alrededor se reúnen las jovenes trabajadoras de las fábricas de su padre, que también recibían el tiempo y cariño de Pauline, y forman una asociación espiritual llamada sencillamente «Reparadoras».

En 1818, siguiendo la línea sugerida por un folleto de las Misiones Extranjeras de París (MEP), asumen la dimensión de la oración y animación misionera, con la ofrenda semanal opcional de un centavo «para cooperar en la expansión del Evangelio». Entonces, desafiada por las dificultades a las que se enfrentaban los misioneros que conocía a través de su hermano Philéas -que se preparaba para ser enviado como misionero a China-, se le ocurre un plan para apoyar a los misioneros.

Empieza a formar grupos de 10 personas entre las trabajadoras de las fábricas de si padre, cada una de las cuales se comprometía a rezar diariamente por las misiones y a ofrecer cada semana una pequeña moneda. Además, se comprometían a encontrar otras diez personas que rezasen y donasen un centavo semanalmente para las misiones. La idea encendió muchos corazones y el proyecto se propagó como la pólvora: el 20 de octubre de 1820 ya había más de 500 miembros en lo que se llamaría la Asociación de Propagación de la Fe que fue fundada oficialmente el 3 de mayo de 1822. Todo el dinero se enviaba a las Misiones Extranjeras de París.

Pauline siguió trabajando por extender la Obra de Propagación de la Fe y que cada vez fuesen más las personas que se unían a ayudar a los misioneros a través de la oración y los donativos. Pronto se extendería por toda Europa. No obstante, a pesar del éxito de su asociación, Pauline no quería dejar ayudar a los trabajadores que vivían en condiciones terribles y en la pobreza. Así, junto con un par de empresarios construyó una nueva fábrica, llamada Nuestra Señora de los Ángeles, que produciría objetos devocionales y arte sacro, y garantizaba buenas condiciones de vida y trabajo. Desgraciadamente, sus socios la estafaron y la empresa quebró. Muchos intentaron desacreditar a Pauline hasta que, arruinada financieramente y socialmente, Pauline murió en paz el 9 de enero de 1862 permaneciendo fuerte en la fe.