El cardenal Cobo, agradecido a los misioneros en su Jubileo

En la solemnidad de la Ascensión del Señor, cuando Dios encarga a los apóstoles continuar con su misión, «id por todo el mundo», la Iglesia recuerda a los misioneros. Todos los «que han dejado todo con gran amor a Dios» y «han ido donde la Iglesia les ha enviado a llevar la alegría de la Pascua», tal y como ha expresado Manuel Cuervo, delegado de Misiones de la diócesis de Madrid (en la imagen inferior), al inicio de la Eucaristía en la catedral de la Almudena con motivo del Día del Misionero.

Este día, la Iglesia diocesana de Madrid celebraba, además, el Jubileo de los Misioneros, y a la catedral llegaban en peregrinación un centenar de misioneros diocesanos, religiosos, sacerdotes y familias. Asimismo, se iba a proceder a su envío a la misión con la entrega de la cruz misionera.

El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, los recibía a todos ellos, representantes de los que misionan ad vitam y de los jóvenes que se repartirán este verano por el mundo. «Allí os espera Jesús el Resucitado», les ha dicho a estos últimos. «No os lo quedéis para vosotros, lo que aprendáis devolvedlo a toda la Iglesia de Madrid». «Ojalá vuestro testimonio sea semilla de futuras vocaciones para la misión ad gentes», ha deseado.

Agradecimiento por una vida que es Iglesia en salida

«El tiempo de la Iglesia en misión es el tiempo del Espíritu Santo», ha señalado el cardenal Cobo en la homilía. Cristo, ha dicho, asciende, pero se queda en este mundo «velado por una nube». «Solo espera que los que caminan con Él lo desvelen y enseñen la manera en que se ha quedado en nuestro mundo».

Las vidas de los misioneros, ha afirmado, recuerdan a cada bautizado que «somos herederos de aquellos discípulos» primeros enviados. «Vuestra generosidad, valentía, pasión y entrega espabila la mirada de una Iglesia a veces encerrada en sí misma y en sus problemas internos y de sacristía».

El cardenal se ha mostrado junto a toda la Iglesia de Madrid «orgulloso» de estos misioneros cuyo «testimonio es una primavera preciosa para nuestra Iglesia y un modelo para aprender a ser cristianos misioneros». «Vuestra vida hace carne eso que decía el Papa Francisco de la “Iglesia en salida”; pregonáis con vuestra vida la bondad y la belleza del Evangelio» y «mostráis con austeridad hasta dónde somos para el Señor y hasta dónde podemos llegar a ser servidores de la Iglesia».

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