Fallece el P. César Augusto Hernández, 30 años en la misión

Compartimos esta triste noticia, nos unimos en oración por el eterno descanso del P. César.

Nuestro querido Padre César Augusto Hernández partió a la Casa del Padre este miércoles, 24 de septiembre, bajo el manto y en la festividad de Nuestra Señora de la Merced. Con su paso al banquete celestial, culmina su misión en este mundo, dedicada por entero a la evangelización de Venezuela, dejando una huella imborrable de fe y servicio.

Originario de la primera comunidad de Nstra. Señora de Coromoto, en Los Olivos, Maracaibo (Venezuela) perteneció a la 2a. comunidad de Sta. Catalina Labouré en Madrid (España). Y a la 1a. comunidad de Santa Rosa de Lima, en Caracas, donde hizo el Camino los últimos años.

De joven entró en el Camino Neocatecumenal donde encontró el tesoro de su vida, la cual estuvo marcada por un amor radical a la evangelización. En 1976, con sólo 23 años, se levantó para la itinerancia. Formó parte de la primera misión de evangelización en Venezuela en la que fue enviado a llevar el anuncio del Kerigma a numerosas regiones desde la Isla de Margarita, Curaçao, la Costa Oriental del Lago, Valencia, Puerto Cabello, Barinas, Valera, Cumaná, San Fernando de Apure, Valle de la Pascua y Caracas.

En todos estos lugares, su dedicación fue total. Sus hermanos de comunidad atestiguan: «Si había que ayunar, ayunaba el doble; si había que dar limosna, se quedaba sin nada para darlo todo. Vivía con una intensidad admirable el Evangelio».

De esa entrega nació su llamado al sacerdocio. Fue uno de los primeros jóvenes enviados desde Venezuela a formarse en el Seminario Redemptoris Mater de Madrid, en los tiempos en que los seminaristas vivían en casas de familias. Ordenado presbítero en 1994, continuó siendo formador en dicho seminario hasta que el Señor lo trajo de vuelta a su tierra para la nueva misión de ser rector del Seminario Redemptoris Mater de Caracas desde sus inicios en 1995.

Sus hermanos de comunidad de Maracaibo y Caracas y los seminaristas y formadores le han acompañado estos últimos días en el hospital hasta que ha llegado el Esposo.

Damos gracias a Dios por el don de su vida, de su sacerdocio y de su testimonio humilde y ardiente. Que la Virgen María, a quien tanto amó, lo acoja en la luz de la Resurrección, donde ya vive la Pascua eterna.